Vivir a x1.5

Vivimos demasiado rápido, en un constante estado de excitación, esperando la siguiente notificación, el próximo mensaje o el inminente like, que luego ignoraremos, para hacernos los interesantes, por pereza o por el simple hecho de que nuestra necesidad vital ya ha sido saciada.

Todo tiene que ser rápido, comida rápida, citas rápidas, incluso Netflix quiere acelerar las series y películas, como si fuera una obligación y tuviéramos que tragárnoslas, engullir series y cuantas más mejor. Seré yo él raro, pero cuando veo una serie o una película la disfruto, dejo el móvil lejos y consumo ese producto como la obra de arte que es. Porque sus directores guionistas, productores, actores… la han creado para ser vista con la calma o la velocidad que consideran debe verse su obra, para disfrutarla, para entenderla, porque cada segundo está pensado y calculado, buscado intencionalmente para hacer ese todo que es una película. Ya sea con el pretexto del mero entretenimiento o aspire a metas mayores, es su razón de existencia. Y lo mismo es aplicable a las citas, la comida, y la vida en general.

Disfrutemos el momento, sin estar continuamente pensando en el siguiente, en el agobio constante de hacer todo rápido para hacer más.

En las escaleras de mi antiguo instituto reza una frase “despacito y con buena letra, que el hacer las cosas importa más que el hacerlas” (Antonio Machado) creo que todos deberíamos aplicarnos esto a nosotros mismos y a la sociedad como conjunto, hacer las cosas bien, disfrutarlas, tener tiempo para cuestionar y pensar lo que estamos haciendo.

Lo queremos todo al instante y ya ni leemos, creemos saber lo que dicen las cosas solo con verlas, lo damos todo por sabido, leemos las cosas por encima y luego nos equivocamos o mal interpretamos, más bien mal leemos lo que se quería decir. Y en esta crítica me incluyo, cuando leo un artículo, acostumbrado a Twitter, leo en diagonal leo por encima, omitiendo o incluso inventando ficticiamente información, y cuando lo leo detenidamente me canso rápido y requiere un esfuerzo, pues el mundo actual nos ha acostumbrado a lo contrario. Buscamos lo fácil, aquello que no nos requiere ningún esfuerzo, si algo se sale de nuestra burbuja de autoafirmación, lo ignoramos directamente, sin pararnos ni un segundo a leerlo detenidamente y cuestionar nuestras propias ideas.

Necesitamos noticias a todas horas, necesitamos que algo ocurra, ya no nos tomamos ese necesario tiempo, para analizar las cosas detenidamente, pensarlas y reflexionar, en un segundo ya hemos pasado a lo siguiente y olvidado aquello. Nos hemos hecho inmunes a las noticias a base de una sobre saturación, haciendo que una noticia nos alegre y a los 10 segundos otra nos indigne, gritamos nuestra indignación y a otra cosa.

Y vamos por la vida leyendo rápido, sin entender nada y sin cuestionar nada.

El tiempo es el que es, lo medimos en segundos, que pasan lentamente en una clase y a la velocidad del rayo cuando estas disfrutando. Sin embargo, el tiempo es siempre el mismo, lineal y avanzando hacia delante, y por más que nos empeñemos no lo podemos detener.

Las redes sociales (sobre todo Instagram) nos han llevado a esa idea de que no tenemos derecho a aburrirnos que siempre debemos estar haciendo algo, algo que el resto de la gente pueda envidiar. Y este texto es una reivindicación del aburrimiento, de hacer las cosas porque nos gustan, no porque a nadie le vaya a dar envidia, que disfrutemos de ellas al máximo, que aprendamos que de vez en cuando estar sin hacer nada también es bueno, y sano.

Seguramente mis palabras caigan en saco vacío en la era del postureo, pero espero que os haga reflexionar aunque sea por un instante. Precisamente es ese tiempo de reflexión en el bus, tirado en mi cama o en aquella clase en la que no preste atención, el que a mi me ha llevado a ponerme frente al ordenador y escribir estas líneas, criticando a la sociedad, pero también cuestionándome a mi mismo.

Así que hacer con el tiempo lo que queráis, pero pensar que el presente es presente solo una vez.