Sin titular
No sé cómo titular este artículo, tal vez algo apocalíptico que dispare las visitas, algo que luego desmentiré en el propio artículo, que escandalice, que consiga retweets sin que nadie se digne siquiera a leer el contenido.
Vivimos en tiempos difíciles para el periodismo, tiempos en los que se ha impuesto la inmediatez, los 140 caracteres no dan para razonar, contextualizar, ni contar historias. Las piezas escritas a contrareloj para ser los primeros no aportan nada. Se supone que el valor del periodismo es contar lo que sucede dando contexto, contar las historias desde el origen y con sus protagonistas, desarrollarlas en toda su profundidad de forma que los lectores puedan entender, comprender y reflexionar. Entender los puntos de vista y las implicaciones de cada acción, de cada palabra.
Estos días vivimos en una lluvia constante de números, casi como si de un bingo se tratara. Todos los días me preguntan ¿Cómo van los datos? Mi respuesta, no lo sé. Los datos no son números aislados que se puedan interpretar con un ajuste lineal o exponencial, estos números deben ser contextualizados. Debemos saber cómo se obtuvieron, el margen de error, los posibles sesgos, la muestra sobre la que se trabaja… Hasta ahora hemos ido a ciegas, pero ahora, antes de iniciar el desescalamiento de las medidas es cuando estos datos son más necesarios, y parece que se van a empezar a obtener. Pero nuevamente, los datos brutos son eso, datos brutos, que deben ser analizados y procesados, por epidemiólogos y matemáticos, no por el tertuliano o cuñado de turno.
El periodismo debe contar historias que nos permitan entender lo que sucede y contextualizando y reflexionando
Nos llegan informaciones de otros países en forma de titulares mal traducidos que en segundos se viralizan. Y es que en los titulares no entran los matices, los titulare son un burdo resumen de un artículo, y están pensados para ser leídos junto con los artículos, pero en este mundo en que vivimos, leer un artículo de más de un minuto parece una pérdida de tiempo. Traducimos a toda velocidad y claro, lost in translation, que se diría, una palabra o frase mal traducidas nos lleva a la desinformación, sobre todo cuando hablamos de sociedades y contextos cuyos mecanismos no entendemos. Por eso la importancia de los corresponsales, para contarnos y contextualizarnos todo este tipo de historias, pero este parece ser un trabajo en horas bajas últimamente.
En general en la ciencia estamos acostumbrados ha estos titulares (cuando los hay) de partículas de dios y curas milagrosas, y es que la ciencia no puede resumirse en titulares. Y el problema es que la ciencia no tiene la respuesta a todo, y muchas veces tiene que decir “no lo sé”, porque estamos hablando de un virus que ha surgido hace escasos meses y la investigación científica lleva tiempo, sobre todo cuando con anterioridad esta no ha sido dotada de recursos.
Y es que la ciencia no es magia ni fe, es evidencia y por tanto lleva tiempo, se equivoca y rectifica, no tiene dogmas que seguir, y es esa la razón porque solo la ciencia nos ayudara a encontrar una cura y una vacuna, y nos permitirá entender cómo se transmite y comporta el virus. Y de ahí los mal llamados por algunos “periodistas” bandazos o improvisación, la evidencia llega con cuentagotas y cada día hay un avance o un estudio nuevo, a un nivel de investigación global y coordinada nunca visto, y esto lleva a que las decisiones y las previsiones se tenga que cambiar día a día, y verdaderamente no se sepa cómo proceder a continuación porque nos encontramos ante un terreno nunca antes planteado en tiempos modernos.
No recen por la ciencia denle fondos
Pero como ya he revindicado tantas veces, en general existe una nula cultura científica y nos afanamos por que nos den respuestas que no existen y nos conformamos con la primera burrada que alguien comenta, porque en el fondo la incertidumbre es uno de los mayores miedos del ser humano, pero esto da para una discusión mucho más profunda.
Concluyo con un llamamiento “perdamos el tiempo, aburrámonos, informémonos y reflexionemos” y no digan ahora que no tenemos tiempo.