Física … ¿y eso qué es?
Cualquiera que estudie una carrera de ciencias o se dedique a la ciencia estará acostumbrado a este tipo de preguntas: ¿Y que es eso?, ¿Y qué hace un científico?, ¿Para qué sirve?…
En España falta aún mucha pedagogía sobre la importancia de la ciencia para nuestra sociedad, reflejo de ello es que hayamos tenido que esperar hasta el 2018 para por fin tener un Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidad. Tal vez reflejo de la poca importancia social que se le da a la ciencia, justo en el momento histórico en el que más importancia debería tener, momento en el que no se debería cuestionar las vacunas o el cambio climático y en el que deberíamos comprender que invertir en ciencia es invertir en futuro.
Hace miles de años en la Antigua Grecia alguien empezó a hacerse preguntas en busca de respuestas que nos ayudaran a entender la realidad y el funcionamiento del mundo, nacía la filosofía, a la que, por lo menos yo considero, madre de la física.
Los físicos tomamos como nuestras aquellas preguntas que podíamos resolver mediante la experimentación, dejando a la filosofía aquellas otras cuestiones existenciales que escapan a nuestro entendimiento empírico del mundo.
En el colegio a todos nos explicaron que “hacer la ciencia” es aplicar el método científico, eso de formular una hipótesis y experimentar para comprobarla, si se confirma, eureka, de lo contrario volvemos al comienzo. Pero la ciencia va más allá de un simple capricho de hacer experimentos, experimentos que por otro lado poco tienen que ver con un señor en bata y un Erlenmeyer del que sale humo.
Para mi el simple placer del conocimiento y del saber adquirido es suficiente para justificar la investigación, el deseo de aprender, saciar nuestra curiosidad y nunca dejar de hacer y responder esas preguntas. Pero ese no es argumento para convencer a la sociedad, a la que le preocupan sus problemas y (con toda legitimidad) les es indiferente cuáles son los ladrillos de nuestra realidad o el porqué de nuestro color de pelo. A esa gente le invito a pensar como serían sus vidas si un día Faraday no se hubiera preguntado que sucede al mover un imán en el seno de una bobina de cobre, en aquella época la inducción electromagnética se convirtió en un juego de magia, en algo “curioso”, pero los físicos de aquel siglo se preguntaron, investigaron y formularon todos los fenómenos, que a posteriori la industria ha empleado para la generación de electricidad. Este es solo uno de los muchos ejemplos que podría ilustrar como el conocimiento científico ha sido usado para mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Por eso la ciencia es futuro, porque es motor del progreso de la humanidad y es un actor fundamental en la colaboración, el CERN o la ISS son solo algunos de los ejemplos de centros de investigación donde científicos de todo el mundo, indiferentes a sus procedencias, trabajan unidos en busca de ese conocimiento del mundo y de la realidad.
La ciencia es creatividad, me sigue fascinando la asociación que se hace con ciencia y “mente cuadriculada”, la creatividad es el motor de la ciencia. Solo para entender la teoría de la relatividad necesitas una dosis de imaginación desmesurada, imagínense para formularla, o al hablar de cuántica, desde pequeños nos han mostrado el modelo atómico de Bohr, y asumimos que los electrones tienen que ser unas pequeñas bolitas de carga negativa, tenemos esa imagen grabada en nuestro subconsciente, pero a medida que avanzamos en el estudio de la física debemos deshacernos de esta imagen pictórica. Sin embargo, no estamos hablando de partículas (corpúsculos), ni ondas, ni campos en el sentido tradicional en el que usamos dichos términos estamos ante una nueva entidad desconocida, imaginen.
Falta mucha pedagogía, pero sobre todo falta potenciar la cooperación, la curiosidad y la creatividad, falta enseñar que la ciencia importa, que la ciencia es futuro y que los valores que deben impulsar la investigación científica deben ser el progreso de la humanidad, y la infinita búsqueda del conocimiento.
