Demasiado

No se puede gobernar a golpe de tweet, no podemos depender de los likes como del oxígeno para vivir, la mentira y el odio no pueden ser nuestro pan de cada día.

Rodrigo Ortega Izquierdo
4 min readJan 16, 2021

Últimamente se habla mucho de polarización, desde los paltos de televisión que han convertido a la política en un Salvame, desde las redacciones por las que circulan argumentarios y las redes sociales donde un mensaje de 280 caracteres cree poder salvar el mundo.

Creditos: Cristina Spanò

Iñaki Gabilondo dejaba su comentario político en La Ser fruto del empacho, la palabra perfecta para el momento en el que vivimos, donde el acceso a la información es supuestamente más fácil que nunca. ¿Pero qué tipo de información? Estamos sobre-informados, saturados, apáticos ante la realidad y cada vez más incapaces de distinguir entra la verdad, el clickbait y la más burda de las mentiras. Titulares escandalosos para noticias del montón, todo por un par de likes, mientras todo aquel que no va más allá del titular se queda con la desinformación intencionada, las declaraciones tergiversadas. ¿Por qué no dedicamos tiempo a informarnos, a leer en profundidad lo que ocurre? Supongo que la respuesta es fácil, por la general es tedioso y consume mucho tiempo, y en la era de la velocidad en que cada segundo cuenta, en la que todo tiene que ser fast, la reflexión calmada y profunda que una vez ofrecieron los periódicos y otros nichos de debate político está en extinción.

Cuando solo se atiende a argumentarios y zascas, las ideas saltan por la ventana. Tenemos periodista que son simples voceros de los partidos en su respectivo frente ideológico, y políticos que siguen a pies puntillas el argumentario por miedo a perder el sitio. Porque parece que las ideas, la argumentación, el debate constructivo entre los discrepantes, son casi causa de indecoro.

La polarización se produce por la desaparición de los grises, no todo es blanco ni negro. Todo en esta vida, tiene mil matices. Debemos conocer el contexto en el que se da, y los hechos que llevan a un momento, por eso es muy complicado ser experto de algo, debes pasar años leyendo, estudiando y analizando los eventos, sucesos, y hechos. Y sin embargo los platos están llenos de opinadores profesionales, que pretenden saber de todo cuando no saben de nada. Soy al primero que le encantaría ser un hombre del renacimiento, pero la realidad es demasiado compleja, el conocimiento actual (por fortuna) es inabarcable por una sola persona.

Es cierto que sobre todo en política, es complicado descifrar el porqué de los movimientos, más allá de los hechos y eventos, también influyen los afectos e intereses personales, pues somos humanos, seres indescifrables, erráticos y contradictorios. Y la contradicción es buena, es sana, nos pone ante la fragilidad de nuestras ideas, pero no se puede vender y defender una idea y al día siguiente gritar lo contrario, la coherencia debe ir unida a la evolución personal e ideológica.

Y sí, las ideas evolucionan, nuevamente no podemos saberlo todo, aprendemos, y comprendemos mejor el mundo, la sociedad. Y si dedicamos tiempo a pensar a cuestionarnos, a escuchar, entonces viviremos en una incertidumbre constante, en un ir y venir de sinapsis neuronales.

Un mundo que avanza más rápido que las ideas y su propia sociedad es insostenible, el avance social, político y ético debe ir siempre por delante de los avances científico-técnicos porque si no, estos nos arroyaran como sociedad y darán pie a desigualdades e injusticias. Y no digo que debamos ralentizar el avance científico, sería el mayor error que podríamos cometer, pero no podemos pretender que los acuciantes problemas globales se vayan a resolver solo con la tecnología, una tecnología que ya hemos visto es peligrosa si no se establecen los correctos cauces éticos y morales para su utilización.

Hemos denostado los debates profundos y vitales que deben definir a largo plazo el tipo de sociedad y de civilización en que nos queremos convertir, esto no se puede modelar en 4 ni en 40 años, es un proceso continuo y sostenido que necesita una definición y un debate actualmente inexistentes. Cuando se percibe el problema ya es demasiado tarde y se establecen debates vacuos de que hacer ahora, cuando todo está ya demasiado entrelazado y los intereses privados han entrado también en el juego, torpedeando el interés general envenenado el debate en pos del beneficio económico.

Debemos parar a pensar, parar a reflexionar, dejar de inundarlo todo de opiniones banales y que solo repiten las consignas de parte sin saber siquiera la realidad a la que se lanzan.

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